jueves, 15 de julio de 2010

EL ABEDULAR DE SOMOSIERRA



El abedular de Somosierra es uno de los secretos mejor guardados de la Comunidad de Madrid. Es un bosque atlántico de una belleza y riqueza tan sólo comparable al famoso hayedo de Montejo. Sin embargo, el de Somosierra es un bosque olvidado y desconocido para la inmensa mayoria de la población, y que no tiene ningún tipo de protección por parte de las administraciones.

Es un bosque con una riqueza extraordinaria, donde especies muy escasas en el sistema central, aquí son abundantes, como abedules, roble albar, acebos y avellanos. En definitva es una masa forestal mas propia del frío y húmedo norte que del tórrido centro peninsular.

Abandonamos el pueblo de Somosierra y nos adentramos en el bosque. El camino discurre por una auténtica selva de abedules y avellanos.







Llegamos al río y lo cruzamos para coger el camino que sube por la ladera.




Un pequeño acebo, (que aquí son muy abundantes) junto a un viejo abedul.





Un roble albar enorme. Una maravilla poder contemplar ejemplares como éste por estas tierras.



Una fuente de agua fría y cristalina, adornada por un acebo




Una vista general de este bosque singular, que contrasta con los alredores, con vegetación de matorral y monótonas plantaciones de pinos. Nos hacemos una idea de lo que podría ser nuestra querida sierra si el hombre no hubiera destruido y arrasado durante siglos la inmensa biodiversidad que seguro albergaba en tiempos antiguos.













viernes, 9 de julio de 2010

CUMBRE Y LAGUNAS DE PEÑALARA


Un caluroso día de Julio nos entra el gusanillo de la montaña y nos dirigimos al conocido parque natural de Peñalara. El plan es subir a la cima de la montaña más alta de la sierra de Guadarrama y darse una vuelta por las maravillosas lagunas de la zona.

El camino asciende por un típico bosque de pino silvestre.


Nos vamos acercando al objetivo. Siempre sorprende ver restos de nieve en pleno verano, cuando en Madrid la temperatura rondaba los 40º.


Por fin llegamos a la cima.



Algunos habitantes de la zona.





La laguna de los Pájaros.






Seguimos bajando y nos encontramos varias lagunas menores y unos paisajes preciosos.

















lunes, 5 de julio de 2010

El HAYEDO DE TEJERA NEGRA.


Adentrarse en el hayedo de Tejera Negra es lo más parecido a caminar por un bosque de hayas del norte de España que tenemos en la zona centro. En realidad, éste no es un hayedo puro, sino que es un bosque mixto de hayas, roble melojo y pino silvestre. Las hayas ocupan las laderas norte y zonas de umbría, mientras que los robles y los pinos ocupan las laderas sur, más soleadas.

El hayedo de Tejera Negra es el hayedo más grande que tenemos en el Sistema Central, mucho más extenso que los otros dos existentes: el famoso hayedo de Montejo, y el menos conocido hayedo de la Pedrosa. Ocupa la cabezera de los ríos Lillas y Zarzas, a la sombra del pico de la Buitrera, que es la mayor altura de la zona.

A pesar de ser julio, todo esta muy verde y los ríos y arroyos bajan cargados de agua. Por fin después de caminar un rato siguiendo el curso del río Lillas, nos adentramos en el hayedo...










Hacemos una parada en la pradera de matarredonda para admirar algunas vistas del hayedo.









Volvemos a internarnos en el hayedo. Probablemente uno de los tejos más fotografiados de España. ¿Cuántos siglos habra visto pasar sin inmutarse?





Llegamos a una bifurcación del camino. Nosotros sin hacer caso al cartel que nos guía, elegimos el sendero de la derecha, que sube por la ladera hasta el collado del Hornillo, para conocer el otro valle que cobija a la hayas, el valle del río Zarzas, bastante más abrupto y desconocido que el valle del rio Lillas, donde se encuentra la ruta principal por el hayedo.








Entramos en el valle del río Zarzas. Las hayas escalan por las laderas de las montañas.



Cabezera del río Zarzas, en una soledad absoluta. No me encontré a nadie en todo el día.


El camino cruza un bosque mixto de robles y hayas, algunas de muy buen porte.






Barranco de la Tejera Negra, que da nombre al parque natural.



La sensación que te queda al caminar por estas sierras tan solitarias y salvajes es muy reconfortante. En ningun lugar del Sistema Central uno puede sentirse como un auténtico explorador, como ocurre aqui, tan lejos de la civilización y del caos del mundo moderno. La sierra de Ayllón es un paraíso desconocido, que poco a poco va recuperandose de las agresiones del ser humano.